En la terapia hiperbárica de oxigeno, el paciente inhala oxígeno mientras permanece en una cámara presurizada a una presión dos o tres veces mayor que la atmosférica.
Esto hace que el nivel de oxígeno suba dramáticamente en la sangre que circula y se disuelva en todos los líquidos del cuerpo, incluyendo plasma, líquidos del sistema nervioso central, linfa y huesos; incrementando de 10 a 15 veces la concentración de oxígeno en los tejidos dañados, en comparación a la concentración obtenida a través de la respiración normal. El oxígeno que se añade es llevado al tejido suave que rodea una herida problema, el cual ayuda a sanarla.
Al principio fue utilizado como tratamiento para la enfermedad de descompresión y otros accidentes de buceo, la terapia de oxígeno hiperbárica ha probado ser muy efectiva para un número de condiciones médicas:
- Enfermedad por descompresión.
- Embolismo aéreo.
- Envenenamiento: monóxido de carbono, cianuro, ácido sulfhídrico, tetracloruro de carbono.
- Tratamiento de ciertas infecciones, gangrena gaseosa, fasceítis necrosante aguda, micosis refractaria, lepra, osteomielitis.
- Cirugía plástica y/o reconstructiva. Heridas no cicatrizables. Ayuda para la cirugía de reimplantación.
- Tratamiento de quemaduras.
- Ortopedia: fracturas no consolidadas, injertos óseos, osteorradionecrosis.
- Vasculopatías periféricas: isquemia, gangrena, pie isquémico doloroso.
- Neurología: apoplejía, esclerosis múltiple, migraña, edema cerebral, demencia.
- Gastrointestinal: úlcera gástrica, enterocolitis necrosante, hepatitis.
- Endocrinas: diabetes.
- Otras.